miércoles, 5 de enero de 2011

'Cada mañana me vendaban los ojos y me interrogaban durante 12 horas'

Una presa iraní se asoma mientras un guardia vigila la sección femenina de la cárcel de Evin. | Afp
Una presa iraní se asoma mientras un guardia
vigila la sección femenina de la cárcel de Evin. | Afp
  • X. pasó seis meses en prisión sólo por profesar la fe bahai
  • Como X., miles de presos políticos carecen de un abogado
  • Las autoridades iraníes niegan la asistencia médica a los presos

"Cada día, a las 6 de la mañana, me vendaban los ojos y me interrogaban durante 12 horas", explica X., una persona que estuvo en prisión en Irán, tan sólo por pensar diferente.

"A veces, me pegaban, me castigaban y me insultaban. Luego, me llevaban de vuelta a la celda", prosigue. X. nunca conoció de qué se le acusaba.

No quiere dar su nombre por miedo a represalias contra su familia. Y es que el recuerdo del horror que vivió durante seis meses en una prisión iraní todavía la conmociona cuando revuelve en los pliegues de su memoria.

"Una vez a la semana, tenía derecho durante 10 minutos a una ducha donde podía también lavar mi ropa", relata. "Al dormir, sólo tenía una manta fina para cubrirme o poner en el suelo. Tenía que tenderme con las piernas dobladas, no había sitio para extenderlas. Tampoco había luz", recuerda.

X. sufrió un calvario de palizas y humillaciones. Algunas veces, incluso perdió la conciencia por los golpes. "Una vez trajeron a mis padres y, desde una habitación contigua, me pegaban e insultaban. Yo podía oír las voces de mi familia", cuenta.

"Nunca me dijeron por qué fui a la cárcel. Tampoco vi nunca a un abogado"

Un buen día fue libre. "Nunca me dijeron por qué fui a la cárcel. Tampoco vi nunca a un abogado". La impunidad en la República Islámica está a la orden del día. "En Irán, los jueces son herramientas en manos de los políticos", asevera otro ex preso de conciencia iraní con el que ha hablado ELMUNDO.es.

El infierno al que se enfrentó X. es una rutina para los presos de conciencia en Irán, según los testimonios recogidos. Celdas minúsculas en las que los reos duermen en el suelo. Pabellones con cinco baños para 400 personas. Días, meses, años sin conocer de qué se les acusa. Negación de asistencia médica a presos enfermos o torturados. No es una novela de Kafka, sino el pan de cada día de los prisioneros políticos iraníes.

La huelga de hambre de la abogada Nasrin Sotudeh, que protesta así por las miserables condiciones en que está encarcelada -lleva más de 100 días en aislamiento-, ha revelado al mundo la terrible situación de los presos políticos en Irán.

La República Islámica es una gran cárcel, donde todo aquel que piense diferente es castigado. Hay miles de presos de conciencia. Algunas fuentes afirman que son más de 5.000. Pensar diferente, ser sindicalista, defender los derechos de las mujeres, profesar otra fe religiosa que no sea el oficial islam chií dictado por los ayatolás o pertenecer a una minoría étnica.

"Nunca se sabe qué va a ocurrir al día siguiente: la libertad o la ejecución"

Prisioneros en un laberinto en el que se suceden los interrogatorios, el acoso a las familias y el acecho constante de la muerte. "Cuando uno entra en la cárcel, su vida está prendida entre la libertad o la muerte. Nunca se sabe qué va a ocurrir al día siguiente. Puede que la ejecución o la liberación", cuenta un antiguo preso de conciencia iraní exiliado en el extranjero.

X. estuvo en prisión por profesar la fe bahai, una religión que no está reconocida en Irán. Fundada por Bahaulá en 1863, se trata de una doctrina integradora que sostiene que hay un solo Dios y que todas las religiones del mundo son expresiones en el despliegue de un único plan divino.

Otro credo, el de los derechos humanos, también es castigado en la República Islámica.Es el caso de abogados defensores de las libertades públicas, como Sotudeh, o la activista Shiva Nazar-Ahari, portavoz del Comité de los Derechos Humanos de Irán, que pasa sus días aislada en Evin.

O el cineasta Jafar Panahi, condenado a 20 años sin poder crear ni salir del país y seis años de cárcel. O el ayatolá Sayed Hosein Kazemeyni Borujerdi, un clérigo chií encarcelado desde octubre de 2006 por apoyar la libertad de expresión y de religión en la República Islámica.

O los siete líderes de la comunidad bahai que se encuentran en "detención temporal" y ya van tres años. [Hoy por hoy, la sentencia fue dictada, primero 20 años de prisión y luego reducida a 10. Más información Aquí] .

Estudiantes, sindicalistas, periodistas, kurdos, azeríes, blogueros... Nadie está a salvo de ser engullido por el laberinto en el que se pierden los derechos y la dignidad de las personas.

REF. EL MUNDO

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