domingo, 27 de diciembre de 2009

¡¿Qué me ha ocurrido?!

  • Fariba Kamalabadi (Taefi) es uno de los siete ex líderes bahá’ís, conocidos como los Yaran ["Amigos" en Irán]. Lleva encarcelada más de un año en la famosa prisión de Evin, en Teherán.

  • La Sra. Kamalabadi tiene dos hijas: Alhan, de 22 años, y Taraneh, de 14. La siguiente carta fue escrita con ocasión del primer aniversario de su arresto y detención.

    21 de mayo de 2009

    Por Alhan Taefi

    El día de hoy marca un año completo desde que no estás conmigo; ahora quiero expresar los sentimientos de dolor y angustia que he vivido durante este año, un año de historias inenarrables, un año de soledad, ¡un año de estar lejos de una madre!

    Hace justamente un año me despertó por la mañana temprano una llamada de teléfono - una llamada que me dio la terrible noticia de que agentes de inteligencia del gobierno habían allanado su casa. Antes de tener la oportunidad de ordenar mis pensamientos y darme cuenta de lo que había sucedido y lo que debía hacer, recibí un SMS de mi pequeña hermana, Taraneh, diciendo: “¡están llevándose a mamá, si quieres verla ven rápido!” ¡Oh Dios mío!, ¿qué estaba pasándome? Incluso después de todo un año, todavía el recuerdo de aquel momento trae dolor y agonía a mi corazón, y no puedo evitar derramar incontrolables lágrimas.

    En un estado de conmoción e incredulidad, corrí hacia tu casa, preocupada por la idea de que si llegaba demasiado tarde y ya te habían llevado… entonces, ¿cuando te vería de nuevo?

    Finalmente llegué, y subí frenéticamente el largo tramo de escaleras, saltándome los escalones, y entré en tu hogar. ¡Gracias a Dios! Todavía estabas allí.. estuve contigo durante escaso tiempo, y entonces… te fuiste. Te abracé con todas mis fuerzas, te besé y te dije lo orgullosa que estaba de ti. … ¡Y te fuiste sin saber cuando volverías! Sabía que no volverías a casa en los siguientes días, pero nunca pensé que después de un año, ¡todavía estarías allí!

    Te fuiste y quedé sola … con una gran carga de dolor y tristeza. Era yo tan dependiente de ti… estaba tan necesitada de tus consejos, incluso sobre asuntos muy pequeños! ¿Quién sabe lo que me ha ocurrido durante este período? Incluso ahora, recordar la intensidad de mi dolor y aflicción me hace temblar.

    Estaba tan acostumbrada a hablar contigo todos los días, incluso aunque fuera sólo por un minuto. Durante un total de 80 días después de tu detención, no tuve ninguna comunicación contigo… y cuando después de 80 días me llamaste y yo no reconocí tu voz, ¡cómo me avergüenzo de mí misma! Recuerdo vívidamente tus palabras, “querida mía, ¿no reconoces mi voz?” … Y yo, llena de felicidad, melancolía, emoción, y montones de otros sentimientos opuestos al mismo tiempo, no podía pronunciar palabra.

    Oh, Dios mío, ¿Qué me ha ocurrido durante este último año? Recuerdo los preparativos para el Día de la Madre; cuando todos mis amigos estaban hablando de lo que iban a comprar para sus madres, me obligué a mí misma a no llorar, con el fin de ser fuerte… tal como tú querías que fuera… como tú eres.

    Cuando en tu cumpleaños no pude darte un regalo, el recuerdo de ti me mantuvo feliz…

    Cuando, en tu ausencia, y debido a tu ausencia, viví el peor día de mi vida, el día en que sentí que mi corazón se estaba encogiendo, salí a caminar sola, me puse a llorar, y te envié este mensaje de texto: “¡Oh mamá, estoy tan sola y desventurada sin ti! “, sabiendo muy bien que este mensaje de texto nunca te llegaría.

    Oh Dios mío, ¿qué me ha ocurrido? Cuando me encontré con la peor de las dificultades del pasado año, y tú no estabas allí para ayudarme… cuando mis ojos ven tus cosas, sabiendo que una vez utilizabas esas cosas, exhalo un suspiro desde lo más profundo de mi ser.

    ¿Que me ocurrió el día en que vi que te habías vuelto tan pequeña, tan flaca y delgada y débil, cuando sostuve tu mano en mis manos y vi que tu mano temblaba de tanta debilidad? ¡Cuánto me esforcé para controlarme y no romper a llorar en tu presencia!

    ¿Qué me ocurrió ese día, al final de mi visita a tu prisión, aislada detrás de la sala de visitas, cuando estaban bajando la cortina, y te inclinaste para poder vernos hasta el último momento de nuestra visita, despidiéndote de nosotros con la mano y sonriéndonos …? Oh Dios, ¡cuánto me torturaba el pensar que bien podría ser la última vez que te viera!

    Cuando, en mi cumpleaños, me regalaste unas medias que habías comprado en la tienda de la cárcel -la mejor cosa que uno podía comprar allí- qué placer sentí, pero a la misma vez, ¡cuánto dolor me causó! Con qué fuerza abracé el regalo, lo besé, y decidí no usarlas nunca ¡para no gastarlas! Ese día me recuerda a mi cumpleaños del año anterior, cuando, a pesar de un grave dolor de espalda, hiciste los preparativos para mi fiesta de cumpleaños… y el pensar en ello hace que mi corazón sufra.

    ¡Cuanto me alegré al ver la planta de zanahoria - que creció en tu celda de la cárcel, que le diste como regalo a mi hermana pequeña, Taraneh, por su cumpleaños! Esta planta era, para mí, como un símbolo de ti. Cuando estaba sola, me gustaba ir y abrazarla, hablar con ella, acariciarla, y besarla -sentía como si fueras tú la que estaba delante de mí. ¡Qué triste y afligida por el dolor me sentí cuando se marchitó! Corría hacia sus diminutas ramas, para atarlas con una cinta verde - quizás podría reanimarla una vez más - como si estuviera cuidando de ti.

    ¡Qué gran día fue para mí el festival de Ridvan [el Año Nuevo persa], cuando me diste un regalo! Sentí que me habían dado el mundo entero, y mostré mi regalo a todos mis amigos con mucho orgullo.

    ¡Qué noche fue para mí! … esa noche no podía dormir -comencé a leer todos los mensajes de correo electrónico que me habías enviado previamente mientras se derramaban las lágrimas por mis mejillas, cuánto deseaba recibir una vez más un correo tuyo.

    Todas estas memorias ya han pasado, así como cientos de días, cada uno de ellos con miles de grandes y pequeños, buenos y malos recuerdos de mi experiencia, pero Dios sabe que, durante todo este año, nunca he deseado, a no ser que sea Su Voluntad, que vuelvas a casa con nosotros… Siempre me susurró este poema a mí misma:

    No renunciaría a mi dolor por Ti en vano…

    ni entregaría mi amor por el Bienamado.

    El recuerdo de mi Bienamado es mi amargura

    que no abandonaría ni por un millar de curas. (Rumí)

    Esto es lo que me ocurrió el año pasado, sólo Dios sabe lo que te sucedió a ti, ¡querida mamá!

  • REF.: IPW

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